martes, 6 de mayo de 2008

Andando

Se desmontó de la nube y Loi y yo partimos nueva vez donde nos sentíamos prisioneras de la vida.

El camino de regreso fue muy incomodo: Los autos con alas se creían superiores a todos, las camionetas se detenían a mitad de camino obstruyendo el paso, y los minutos y las horas corrían demasiado rápido:
-Quizá si nos hubiéremos quedado un poco más, no nos hubiéremos encontrado en medio de esta locura de automoviles- Dije con esperanza de regresar y ver al gigante aunque sea por 10 minutos más-
-No, que bueno que nos fuimos de inmediato, o nos hubiese tomado la noche- Me replicó Loi

No nos habíamos fijado que el combustible de la nube ya era casi nulo, y se sumó esta otra preocupación a la de que nos descubrieran.

Llegamos con el toque del reloj de la cena a la residencia de Loi, donde la reina Maggiola, ya desesperada estaba en búsqueda de mi compañera. Instantáneamente nos ingeniamos una excusa casi telepática, y la reina lo creyó.

Nos sentamos en su gran sala a reirnos, algo que la servidumbre no entendía, y luego, mi sonrisa se extinguió al regresar a la cárcel que tengo por hogar.

Leidy González
4/mayo/2008

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Parte segunda y final.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la forma en que describes diferentes situaciones acoplandolas en una sola me gusto mucho .... sigue asi.

Unknown dijo...

Gracias!
En realidad no tengo idea de quien puedes ser, pero gracias por los ánimos!