Hoy que llegué vencida al mar en busca de escapatoria a mi crisis emocional, no tenía donde ir en plena tarde de un martes de verano. Sencillamente exploté.
Al tocar la arena, me detuve. Me sorprendió sentir con detalle la textura, como si mi tacto fuera más sensible a cada partícula, y entonces, lo ví: el mar y su inmensidad, su calma arrolladora y el sonido de las olas como susurros a mis oidos. Corrí descalza hacia el agua sin saber exactamente mis intenciones, al ritmo del agua salada que ya estaba desendiendo por mi rostro desde horas atras.
Me acerqué más a la orilla y me senté. El viento enmarañaba mi pelo y el cielo cambió de tonalidades hasta que la noche me abrazó. Me levanté y caminé despacio hasta desaparecer.
Leidy González
11/2/09
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Foto por: Leidy González
Modelo: Libni Acevedo
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