Así me llega el olor a humo que tanto detesto y adoro por ocaciones, golpeandome en la cara.
Caramba, ya tengo 40 -cuarenta y seis para ser exactos- pero aún el filo de la vida no parece cobrarmelos. Doy mi siguiente trago, el más amargo de toda la botella porque es el último.
Es momento de tener mi crisis de media edad, por eso comencé a fumar ahora. Creo que después me ire hacia el norte para iniciar, siempre me han enseñado a mirar hacia allá.
Entonces, sin mucho balbuceo, sin peros y con la mente rebosante de voces y pitidos, me coloco el sombrero, agarro mi maleta y espero el tren de media noche justamente sobre sus rieles.
Leidy González
15/11/2010
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